All the things you did before.

Siempre me he preguntado por qué.
Es cierto que me encanta pasar horas y horas sola, tan solo reflexionando mientras veo cómo la luz que entra por la ventana de mi habitación se va haciendo cada vez más tenue a medida que el tiempo avanza. Incluso echo de menos la soledad a veces.
Pero llega un momento en el que la detestas. Es entonces cuando empiezas a sentirte destrozada, y te preguntas el por qué de esa soledad, por qué no habrá alguien a tu lado que sepa hacerte sentir ese sentimiento de calidez cuando uno está solo pero a la vez te transmite que no lo estás; que siempre estarás protegida y en su compañía, cálida y reconfortante, como un abrazo necesitado en el momento más adecuado. 

Dolorosamente, cierras los ojos, intentas desechar así, con toda la fuerza que tienes, esos pensamientos, queriendo dejar de ser capaz de enamorarte de la persona menos adecuada para ti. Intentar convencerte de que es mentira, de que no puede ser, y sonríes tontamente, creyendo firmemente que es pasajero. Sólo las lágrimas que mojan tu almohada cada noche saben que estás engañándote a ti misma; sólo esas miradas escondidas y furtivas cada vez que está cerca de ti saben que por mucho que intentes engañarte, darías cualquier cosa por un breve roce de sus labios contra los tuyos.